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EL PERSONAJE

Nelson Díaz: “Sigo siendo el mismo anarquista de antes”

 

El periodista cultural y escritor presentó en 2021 la trilogía completa de Terminal Moebius. El hombre de negro atraviesa la literatura y la vida sin importarle el qué dirán.

 

02 enero, 2022

ANDRÉS LÓPEZ REILLY

Nelson Díaz, escritor y periodista cultural.

Nelson Díaz es El hombre de negro, una personalidad (no un personaje) que forjó desde la adolescencia, en la década de 1980, cuando la banda sonora de su vida la marcaba el punk y el dark de los Sex Pistols, The Cure, Bauhaus y Jesus and Mary Chain. Y cuando leía con fruición la obra de autores como Baudelaire, Sartre, Camus, Moravia, Bukowski y Onetti, que atesoraba la biblioteca de su casa del Cerro. Con 54 años, sigue siendo un lector voraz. Y un anarquista empedernido que se pinta las uñas de negro y no le importa el qué dirán. También alguien que extraña a Eduardo Darnauchans, su amigo, a quien representó artísticamente durante aproximadamente seis años. Actualmente trabaja como periodista en el programa Justos y Pecadores de Radio Uruguay y escribe en la revista literaria Dossier. En 2021, vio la luz su trilogía (y obra magna hasta el momento) Terminal Moebius, publicada por la editorial argentina Crack-Up, que la distribuyó en ambas orillas del Plata. Está compuesta por tres novelas escritas en 10 años: Corporación Medusa (2007), Resaca (2015) y Metástasis (2017). 

“Comencé a escribir a los 5 o 6 años. Mis viejos salían a hacer el gasto mensual y en alguna cooperativa o supermercado me compraban algún libro de aventuras. A su vez, en casa había una biblioteca bastante frondosa, sobre todo de mi madre. Mi viejo siempre fue un tipo de laburo (hoy tiene 90 años) y mi vieja era más intelectual, si se quiere. Había muchos libros de literatura, de política, ensayos, poesía. Yo leía y leía. Y, de repente, con 13 o 14 años, empecé a escribir poemas, seguramente influenciado por todo eso”, relata Nelson Díaz a Revista Domingo.

Desde pequeño supo cuál era su camino. “Nunca me pasó de tener una crisis existencial y de no saber lo que quería en la vida. Siempre tuve claro que quería ser escritor. Y supongo que, conscientemente, me acerqué al periodismo porque me di cuenta que era lo más cerca que podía estar de vivir de la escritura”, detalla.

El periodista, el escritor

Díaz publicó varios libros de poesía, entre los que están Pactos & emblemas (1991), De rosas, mendigos y otras tempestades (1993), Malas intenciones (1999), Liturgia urbana (2000) y Rigor mortis (2005), así como dos tomos con relatos de escritores uruguayos: El oficio de contar (con dibujos de Hermenegildo Sábat) y El oficio de narrar (2006). También se han editado cuentos suyos en Cuba, México y España.

En 1994 escribió y dirigió la performance SuicidArte: una experiencia terminal, en base a textos de André Breton, Antonin Artaud y de su autoría. Y a partir de 2006 comenzó a conducir la columna “La letra con radio entra”, en el programa Mundo Cañón de Radio Futura.

Como periodista trabajó en medios como El País Cultural (en momentos en que era dirigido por Homero Alsina Thevenet), la revista Graffiti, El Estante, Cuadernos de Marcha, El Diario, Estediario, La República, Caras y Caretas y Sarandí.

Con respecto a su obra literaria, admite que su trabajo más importante hasta el momento es la trilogía Terminal Moebius, en la que un personaje llamado Roger, su alter ego, asume un rol fundamental. Roger apareció primero en el libro Rigor Mortis, aunque entonces pasaba desapercibido. Después fue creciendo en la obra del escritor y a partir de Corporación Medusa comenzó a ser protagonista.

—¿Roger es el Nelson Díaz que no puede decir todo lo que piensa?

—Hay cosas que piensa y dice que yo comparto. Pero otras no, porque el tipo no tiene filtro. A mí lo que me permite la ficción es amplificar lo que pienso, decirlo a través del personaje en ciertas situaciones específicas.

Sin malgastar halagos, El País Cultural dijo sobre Nelson Díaz en 2015: “Inteligente, autodidacta, capaz de profundizar empecinadamente en los territorios de su interés e ignorar olímpicamente los que no llaman su atención, Díaz es un genuino portador de la llama negra y seria del malditismo. Su prosa es, demasiadas veces, solemne, pero él odia la coloquialidad en literatura. No hay nada nuevo en sus novelas (los patchworks, así como las citas y los juegos, ya se han ensayado en abundancia), pero la honestidad brutal con que las concibe y las arma es nueva siempre, así como es nueva la desnudez cada vez que se muestra”.

En 2021 presentó la trilogía completa Terminal Moebius.

 

Una forma de vida

¿Cómo nace El hombre de negro? Díaz tiene que hurgar en su memoria para explicarlo. “Es una sumatoria de mis lecturas de juventud y de la música que me marcó. En la adolescencia, década de los 80, rentrée de la democracia, mi generación escuchaba (tardíamente, porque a este país llega todo tarde) bandas como Sex Pistols, Bauhaus, The Cure. Era común andar con borceguíes, sobretodo negro y un libro de la editorial Anagrama (que si era de Bukowski, mejor) bajo el brazo”, recuerda.

Desde hace años, familiares y amigos saben que no deben regalarle ropa que no sea negra. Una vez, alguien le obsequió una remera blanca, a la que él decidió teñir utilizando anilina. La puso al fuego en una olla de latón, con agua y sal, y se acostó a dormir. El líquido se evaporó, el metal comenzó a expeler vapores tóxicos y la prenda quedó como una masa amorfa. “Por suerte me pude despertar, la casa estaba llena de humo y con un olor espantoso. Lo primero que hice fue apagar la hornalla y abrir la ventana. Mucho después me enteré, por un amigo, que había gente que andaba diciendo que me había intentado suicidar. Hubiera sido un intento de autoeliminación muy elegante: habría muerto en mi propia ley, tiñendo una remera de negro”, dice y se ríe.

—¿Qué cambió en el hombre de negro en todos estos años de maduración y en un mundo en constante movimiento?

—He procurado mantenerme de una forma natural y normal. Soy el mismo anarquista rebelde; tal vez algo más apaciguado en los ánimos, porque algunas cosas cambiaron alrededor. Creo que ahora soy más tolerante a otros movimientos estéticos o artísticos con los cuales no concordaba radicalmente en aquellas épocas. En lo que tiene que ver con la música, recuerdo que había artistas del canto popular que a nosotros nos acusaban de ser poco menos que agentes del imperio que veníamos a colonizar la cultura. Eso, por suerte, ha cambiado. Ahora yo veo con beneplácito que exista un cruce de géneros, de músicos de rock que se juntan con artistas de música popular o tropical. En aquel momento eso no existía, estaba todo más polarizado. De todos modos, mi visión sigue siendo escéptica con respecto a lo que veo alrededor.

El amigo, el trovador

El cantante Eduardo Darnauchans fue, antes que nada, su amigo. Y padrino de su hija. De aquella relación de tantos años, Díaz recuerda el buen humor y la fina ironía que caracterizaban al cantante, quien además -destaca- era “un tipo muy solidario”. “Tenemos muchas anécdotas juntos. Ahora recuerdo una de cuando vivíamos juntos en su apartamento de la calle Mercedes, donde veíamos la serie Matlock en televisión (se ríe). Él era fanático de los riñoncitos de cordero al vino blanco con arroz, pero no siempre se podía dar esos lujos. Una noche no teníamos plata y solo nos quedaban un paquete de fideos y una salsa de soja. Eduardo me dijo: ‘Vamos hacer estos fideos y los morfamos con la salsa. Los pusimos a cocinar y al rato, cuando todavía estaban crudos, se nos terminó la garrafa. Nos quedamos sin gas, sin comida y sin cigarros (yo en ese momento fumaba). Por suerte, como a la hora vino la compañera de Eduardo (con la cual estaba peleado). ¡Apareció con pizza, fainá y Marlboro Lights!”

Nelson Díaz estuvo a punto de vender una moto para viajar a España a conocer a Onetti, quien vivía -y murió- en Madrid. Y cada tanto vuelve a echar mano a la obra del autor de Juntacadáveres y El Pozo. Porque en su vida hay cosas que no cambiarán. El camino lo escogió hace tiempo. Y lo transitará hasta el final, con su mochila de libros y canciones.

El Darno, Robert Smith y Terminal Moebius

Nelson Díaz fue amigo y manager de Eduardo Darnauchans. Llegó a vivir con el cantante, que murió el 7 de marzo de 2007. El autor de discos como Sansueña y El ángel azul fue incluso padrino de la hija del escritor. Ambos compartieron innumerables anécdotas, que incluyen, entre otras cosas, encuentros con Joaquín Sabina.

En su repisa de “objetos preciados” se encuentra un muñeco de Robert Smith, cantante de The Cure. Otras bandas de los géneros punk y dark que han influenciado a Nelson Díaz son Sex Pistols, Bauhaus y Jesus and Mary Chain. “También me marcó muchísimo Alfredo Zitarrosa. Me parece que el existencialismo no está circunscripto a un género”, sostiene.

Publicada por la editorial argentina Crack-Up, apareció en 2021 en ambas orillas del Plata la trilogía Terminal Moebius, compuesta por tres novelas escritas en un período de 10 años: Corporación Medusa (2007), Resaca (2015) y Metástasis (2017). Incluye un código QR que puede llevar al lector a Spotify para escuchar la banda de sonido de la historia.

 

 

 

 

ARIEL SEBASTIÁN DÍAZ
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